MADRES, PADRES Y ENCARGADAS




En cuarentena juguemos en familia. Algunas ideas...





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La necesidad de establecer normas

Por: Alberto Christin

"Si mis padres no me ponen hora de llegada a casa por las noches, yo supongo que es porque no les importo”.  Con estas palabras, que sorprenden a muchos padres, se expresaba un chico de unos catorce años; en ellas podemos entrever que los hijos necesitan pautas y normas para sentirse seguros.

Los padres, actualmente, nos sentimos confusos y desorientados al tener que decidir entre seguir la propia intuición, los modelos en que fuimos educados y los ejemplos que se ven en otros padres y en los medios de comunicación. El resultado es un comportamiento contradictorio. Es difícil exigir a los hijos que cumplan la parte del trato implícito que supone la convivencia: “yo doy, tú das”. Hay muchos motivos, veamos algunos: Nos asusta defraudarlos; No sabemos o no queremos decir “no”;  No queremos frustrarlos,... ya sufrirán cuando sean mayores”; Nos preocupa ser considerados autoritarios; No queremos que sufran lo que nosotros sufrimos; Compensamos la falta de tiempo y dedicación con una actitud indulgente (y culpable); Tenemos miedo al conflicto y a sus malas caras; Nos parece que actuamos con egoísmo si imponemos normas que nos faciliten la vida.

La educación perfecta no existe, sobre todo si la consideramos como un conjunto de normas utilizadas como una receta; no hay un niño igual a otro ni siquiera en la misma familia, así que más que fórmulas estándar, podemos disponer de guías para orientarnos en situaciones diversas. Es importante ser espontáneos, la intuición es necesaria porque son los propios padres quienes conocen mejor a sus hijos y el modo de ayudarles.

Es importante que los padres actúen con seguridad y sin contradicciones. Es sobre todo con un estilo de comportamiento con lo que los hijos se identifican y al que imitan. Los castigos, en general, tienen pocos resultados, sobre todo las humillaciones. Un niño criado en un ambiente de discusiones, gritos, peleas, puede que reproduzca lo que ha vivido. Los castigos en forma de malos tratos físicos o verbales, convierten al niño en una persona agresiva o, en el otro extremo, en alguien temeroso con serias dificultades para convivir.

A modo de resumen

Los padres debemos poner las normas que consideramos justas, exigir que se cumplan, actuar con seguridad y firmeza, desde el conocimiento de nuestros hijos y el cariño que les tenemos, sabiendo que nosotros somos el modelo a imitar y que nuestra valoración y respeto, son una meta y una guía para ellos.

  Cómo ayudar a nuestros hijos en los estudios 

Por: Alberto Christin

La tarea educadora de los hijos es un derecho y deber primario que tienen los padres. La interrogante que surge es ¿cómo ayudar a nuestros hijos en los estudios?, a esta pregunta vamos a tratar de darle respuestas:
1.- Creando un ambiente de estudio en casa
 Fomentar valores como ser laboriosos, ser constante en las tareas, valorar el esfuerzo.
Cuidar los detalles materiales que favorezcan el trabajo: que exista un sitio para estudiar, este lugar deberá reunir algunas condiciones mínimas del tipo de las siguientes: aislamiento de ruidos y cosas que distraigan; iluminación suficiente; silla y mesa de trabajo funcionales para las tareas que se realizan normalmente. Los padres deben respetar el tiempo de tareas sin interferir con otros encargos que puedan surgir, que la televisión no esté puesta en el tiempo de trabajo, etc.
Crear hábitos de estudio, es decir, repitiendo siempre el mismo horario de estudio, de trabajo en un ambiente de silencio.
Promover en el tiempo libre actividades que tengan que ver con la cultura, con la lectura, con el afán de saber más.
2.- Los padres han de ir por delante en su afán por la cultura
Si los padres tienen, por ejemplo, curiosidad intelectual, afán de saber y afición por la lectura, serán un ejemplo estimulante para el estudio de sus hijos.
Los padres tienen que preguntarse hasta qué punto fomentan, sobre todo con el ejemplo, la cultura familiar.  En este punto hay que decir, que los hijos no piden un profesor particular en los padres, sino su preocupación por los temas culturales, su sensibilidad ante lo artístico, el afán de saber que han mostrado en su trayectoria personal. Son manifestaciones de esa sensibilidad cultural, la existencia de una biblioteca familiar, las revistas que leen, las conversaciones que se tienen.
3.- Manteniendo una estrecha colaboración con los maestros de los hijos
Padres y profesores están metidos en una misma tarea: la educación de los niños, por ello, se ha de tirar unos y otros en la misma dirección y se precisa de una colaboración mutua. En este punto como en tantos otros, hemos de estar en el término medio, no pasarse por un extremo ni por el otro.
Hemos de estar en contacto con los profesores, pero no podemos estar un día si y otro no requiriendo información del profesor sobre cómo va nuestro hijo, porque ello puede resultar agotador para el profesorado. Tampoco hemos de pasarnos por el otro extremo, el no aparecer por la escuela, el que nos desconozcan, por mucho que requieran nuestra presencia.
Conviene que los padres acudan a las entrevistas  con los maestros habiendo pensado que tipo de información necesitan y qué tipo de información pueden, a su vez, facilitar al tutor o a los profesores. Convendrá fijarse conjuntamente algún objetivo común para la actuación de los padres y de la escuela.
4.- Orientando a los hijos en el manejo de las técnicas de estudio
Los buenos resultados en el estudio depende de querer estudiar, saber estudiar y hacerlo, es decir nos estamos refiriendo a la motivación, a las técnicas de estudio y a la fuerza de voluntad para realizar lo previsto.
Hay que decir que el primero y principal instrumento que se necesita para el estudio es la lectura, de manera que nuestro hijo tenga las suficientes habilidades en comprensión, velocidad y entonación correcta en la lectura. 
Otras técnicas de estudio que nuestro hijo debe manejar adecuadamente son:
Saber organizar el tiempo.
Saber hacer esquemas, resúmenes.
Saber subrayar un texto.
Pasos a seguir para estudiar un tema.

Así pues, la primera tarea es detectar en qué falla nuestro hijo, los defectos de estudio más comunes son: memorismo, estudiar sólo para el examen, dependencia excesiva del profesor y del libro de texto (falta de iniciativa), no saber distinguir lo importante de lo secundario, dificultad para expresar oralmente y por escrito, dificultad para relacionar y sintetizar conocimientos, mal uso del tiempo...Una vez que entendemos en qué falla y en qué hay que actuar, habrá que hacer un plan para tratar de superar esos puntos débiles.
5.- Animando al estudio sin sermonear
Hay que empujar al estudio sin que se note, sin sermonear, ya que el insistir en un mensaje con oportunidad y sin ella en los adolescentes, puede ser contraproducente.
Sermoneamos en la medida que insistimos demasiado en un punto sin que sea el momento oportuno para ello. Debemos de valorar el esfuerzo y la dedicación de nuestro hijo al estudio más que sus resultados. No ha de centrarse toda la valoración de su hijo en sus notas.
Hay que mirarle como persona y en un contexto más amplio que el mero rendimiento académico.  Resaltar sus propios progresos, aunque no estén a la altura de lo que a nosotros como padres nos gustaría. Recuerden que los éxitos, aunque sean o nos parezcan pequeños, son una pieza clave para mantener el interés.
6. Siguiendo el quehacer diario sin agobiar
Hemos de seguir el día a día del quehacer diario. El criterio es que cuanto más pequeños, más de cerca hemos de hacer el seguimiento de las tareas de nuestros hijos, cuando van siendo mayores y han ganado en autonomía y responsabilidad, les podemos dar más distancia en el seguimiento.
Hay que saber qué exámenes tienen, qué resultados están obteniendo, con qué dificultades se encuentran, cuáles son sus actitudes, disposiciones....

Hemos de tener en cuenta, que los padres podemos mandar que estudien, que hagan esto o aquello otro, pero esto se puede hacer cuando tienen pocos años, porque aceptan nuestras indicaciones sin rechistar, pero cuando llegan a la adolescencia, si no va saliendo de ellos mismos el hacer las cosas, porque entienden que así lo tienen que hacer, poco podremos hacer con imposiciones si nuestros hijos no están dispuestos a estudiar.
Para ir consiguiendo esta meta educativa, los padres tenemos que empezar desde pequeños, poco a poco, que sean ellos los que hacen las cosas porque así lo van decidiendo, con autonomía, aunque a veces haya que mandarles, pero con la tendencia que sean ellos los que llevan las riendas de los estudios.

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